EL REALIMOS MÁGINO DE MARCIAL GÓMEZ
El pintor amigo de Flash Gordon
Una galería alemana acoge una exposición con obras de
Marcial Gómez
El pintor
cordobés Marcial Gómez (Hinojosa del Duque, Córdoba, 1930) soñaba con el
planeta Mongo. Desde el momento en que cayó en sus manos un tebeo de las
aventuras de Flash Gordon, quedó fascinado con sus protagonistas y sus
distintos mundos. Los derroteros del cordobés terminaron separándose de los de
un dibujante de cómics, como Alex Raymond, el creador de Gordon, pero en sus
cuadros se plasmaron con realismo imágenes de fantasía y personajes que podían
haber aparecido en los sueños más delirantes de Flash. Son esos óleos los que
terminaron identificando su obra y por los que ahora es reconocido
internacionalmente con la exposición colectiva del Museo Panorama, en Bad
Frankenhausen (Alemania).
La posguerra caía a plomo sobre
Córdoba cuando Gómez leía los tebeos de Alex Raymond, rodeado de miseria y
hambre. Pero en ese ambiente, la imaginación desbordante del adolescente
encontró una vía de escape de la mano del jugador de rugby convertido en héroe
intergaláctico. Muy pronto empezó a recrear él mismo los dibujos que asomaban
en las viñetas. Fueron sus primeros contactos con el lápiz y el papel. Al mismo
tiempo, su imaginación y su fantasía siguieron floreciendo y terminaron
expresándose a través de los trazos, en una labor de aprendizaje totalmente
autodidacta. Llegó a cartearse con Raymond y éste le invitó a trabajar en sus
estudios. Nunca dio el salto, pero guardó siempre un original del estadounidense,
dedicado.
Hace años que Marcial Gómez se
encuentra apartado de los pinceles por razones de salud. Pero la exposición en
Alemania ha supuesto un reconocimiento a los años de trabajo del artista. La
obra del cordobés se ha enmarcado dentro de la corriente del realismo mágico.
Así, sus cuadros que se exhiben en el Panorama lo hacen bajo el título deFiguración mágica en España, junto a obras de Luis Sáez, José
Hernández, Eduardo Naranjo, Vicente Arnás, José Viera y Dino Valls.
El mundo personal de Gómez está
lleno de arlequines de miradas inquietantes, mujeres que parecen a punto de
enloquecer, hombres de extraños ropajes y paisajes enormes con horizontes
infinitos o de bosques frondosos.
El gusto por lo vegetal deriva de
sus años de trabajo como diseñador de estampados en Barcelona. Hasta allí viajó
en los sesenta para trabajar en la floreciente industria local. Sus dibujos
fueron premiados en el Concurso de Diseño Industrial de 1969. Al poco, regresó
a Córdoba para trabajar en el mismo sector, en un céntrico comercio de la
ciudad. Pero en la primera mitad de los años setenta tomó la decisión más
importante de su vida: dejarlo todo para centrarse en la pintura.
"Mi padre siempre contó con
el apoyo de mi madre Rosa", explica el también pintor Miguel Gómez Losada,
"ella fue la que ayudó a crear el ambiente necesario para que él pudiese
desarrollar lo que tenía dentro", continúa. De esta manera, Marcial Gómez
comenzó a pintar al óleo todo lo que bullía en su cerebro. "Al principio,
siempre con muchos problemas. Porque como dibujante y diseñador él se sentía
cómodo, pero el óleo era otra cosa. Y trabajó mucho hasta lograr esa misma
satisfacción", apunta su hijo Miguel.
El universo al que termina dando
forma es el resultado de muchas influencias e inquietudes. En sus lienzos
pueden verse ecos de su origen rural, de su pasión por la historia y de su
propia fantasía. Su carrera atraviesa varias etapas. Una primera de pleno
realismo mágico, todavía en fase de perfeccionamiento de la técnica "pero
en la que ya se perfilaban sus inquietudes, como la intensidad de sus
personajes a través de unos retratos más psicológicos", destaca Gómez
Losada. La segunda, marcada por la lectura de Bomarzo, de Mújica Laínez. "En la tercera,
retornó al primer realismo mágico pero aplicando todo lo que sabía sobre la
pintura y sobre él mismo", concluye su hijo.
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